!Bievenidos!

¡BIENVENIDOS!


Temas para controversia, pero que con una mirada avizora en la fuente de inspiración que es la Biblia, éstos, pueden ser de mucho provecho. Al menos, el intento de poner en balanza, o conceder el beneficio de la duda, en cada tema. La intención es hacer uso de lógica y razón.

Por razón de diseño del blog, no es posible dar el orden querido y debido a los temas. Recomiendo ver en el sig orden: Definiendo. El Viaje. Árbol del Conocimiento.

Tengo activado un Traductor.

Intentaré a menudo estar poniendo al día nuevos agregados a los ya existentes, o nuevos temas, u otros tópicos que pueda considerar de utilidad. ¡Gracias por visitarme! Aviso que filtraré los comentarios, porque no tiene caso publicar tonterías, denostaciones, groserias. Buscaré dar respuesta a los comentarios negativos, sea para aclarar o reconocer alguna falla o error. Espero que sea de utilidad:

berihuevas

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Pedos de Burra Vieja

“Pedos de Burra Vieja.”

“Y vió la mujer qué el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dió también a su marido, el cuál comió así como ella.
Entonces fueron abiertos los ojos de ambos; y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.”   Génesis 3:6-7.

          Los dichos populares, tan certeros. Bien podrían haberse usado otra palabras menos “ofensiva,” o más “religiosas,” como gases o flatulencias, pero perdería su sabor, su esencia. No sería lo mismo. Y lo dejaré por el momento así, respetando su idiosincrasia, su coloquialidad.

En éstas fechas de finales de octubre, circula en la red una frase, de la cual quiero partir, e intentar llevar a buen puerto.
“A Tí, que te quejas, criticas y juzgas a los que se visten de Hallowen, no te avergüenza vestirte cada domingo de cristiano.”
De “Tristiano, debería ser más correctamente usado.    ¿Y el resto de la semana?

En Génesis 2:25 dice:    “Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban.”

De inmediato me surgen muchas preguntas:
Sí tanto Adán como Eva no tenían un punto de referencia diferente, ¿Cómo es que surge el que se dan cuenta de su desnudez?
Hasta ese momento, todo el tiempo de sus vidas, lo habían estado (desnudos) y no había significado un problema. ¿Por qué, de repente, ahora lo era?  ¿Que tomaron como punto de referencia, repito, porque sólo se encontraban ellos solos en ese lugar llamado paraíso?  ¿Qué les hizo reconsiderar su situación?  ¿Cómo fué que arribaron a tal conclusión, sin haber un marco antecedente, de alusión a ello?
Interesante, ¿No?
Pero más intrigante aún es lo siguiente:

“Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió.”   Génesis 3:21.

Inmediatamente después de darse cuenta; de que sus ojos fueron abiertos, por razón de haber comido del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, su primer intento fué cubrirse. ¿Cómo lo hicieron?  Hojas de higuera, fueron la tapadera de sus “cositas.”  De “su con qué y su por dónde.”
Pero aún más maquiavélico, embrollante, maquinativo, es un asunto de Génesis 1:29-30:
 
“Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer.
Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo o que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fué así.”

Queda claro que tanto para el hombre como para los animales que son mencionados, toda planta verde les serían para comer. Queda claro, que dentro de la dieta, no se incluía carne. No hasta ese momento.
Hasta aquí encuentro una especie de contradicción, de falta de concordancia. Un contraste muy marcado. Una antinomia, una antítesis.
¿Dónde?
¿Qué no estaban ya lo suficientemente vestidos y cubiertos?
¿Qué había de equivocado, erróneo o desagradable en ello?
¿Es acaso Dios, una especie de “policia anti-moda,” un “fashionista.”? ¿Por qué darle tanta importancia  a un detalle, al parecer, “tan insignificante., tan intrascendente, tan baladí”?  O quizás no lo era, desde Su muy particular punto de vista.
¿En qué consistía el error? ¿Cuál fué su falta? ¿Acaso mal gusto, mala combinación de accesorios? ¿La textura del pene no era la adecuada, o muy contrastante con la textura de la higuera ? ¿O quizás, la vagina debería ser colocada horizontalmente, en lugar de su verticalidad, para resaltar el pret a porter, o el derriere?  ¿Era cuestión de In y Out?

¿O tendría implicaciones más profundas, más insondables? 
Ciertamente Dios quiere poner una relevancia en algo que nos parece a simple vista, tan simplón, tan “sin embargo.”
Porque de otra manera no encuentro explicación lógica al asunto.
Voy por la primera.
Mateo 22:11-14 puede ayudarnos a abrir el entendimiento:

“Y entró el rey para ver a los convidados, y vió allí a un hombre que no estaba vestido de boda.
 Y le dijo: Amigo, ¿Cómo entraste aquí sin estar vestido de boda?  Más él, enmudeció.
 Entonces el rey dijo a los que servían:  Atádle de pies y manos, y echádle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.
Porque muchos son llamados y pocos escogidos.”

¡Impactante!  ¡Desconcertante! ¡Abracadabrante! (Disculparán los “religiosos.”)

¿Qué lo descalificó? ¿En qué consistió su falla?  ¿Cuál fué el error cometido?
¿Mala elección de colores?  ¿Rayas con cuadros?  ¿Fuera de temporada?

¿Simplón el asunto? Por una boberia. ¿Una memez?
¿Un asunto de vestido fué tan significativo para ese rey?
Impúdico, ¿”Con todo al aire”? ¿Obsceno?  ¿Desenfrenado?
¿Por qué desata una reacción tan fuerte en el rey?  ¿Por qué tanta fruición, tanta hipersensibilidad?
Y sólo por el vestido inadecuado.  ¿”Shorts” con tenis? ¿“Jeans” con huaraches?
¿En qué radica la alergia tan fuerte del rey hacia el vestido?

Algo debe haber más en lo profundo, intentemos bucear.
Tomemos en cuenta lo que dice el escritor de la carta a los Hebreos en el capítulo 9, versículo 22: 

“Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.”

Hasta ese momento la ley no existía.
Remisión=Perdón.

Si permitimos que el Espíritu Santo hile y desmadeje; al momento no vemos todavía la puntada, ni qué está intentando conseguir.
Aparentemente.
Una puntada más.

“Conoció Adán a su mujer Eva, la cuál concibió y dió a luz a Caín, y dijo: Por voluntad de Jehová he adquirido varón.
Después dió a luz a su hermano Abel. Y Abel fue pastor de ovejas, y Caín labrador de la tierra.
Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová.
Y Abel también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas.  Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante.
Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante?
Si bien hicieres, ¿No serás enaltecido?
Y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a tí será su deseo, y tu te enseñorearás (del hebreo=a tí será sujeto) de él.”   Génesis 4:1-7.


¿Cuál fué la razón por la cuál la ofrenda de Abel fué agradable y la de Caín, no? ¿En que consistió la falta de agrado?
En la ley (que vino muchísimos años después) estaba permitido traer flor de harina, espigas verdes, grano desmenuzado, primicias de los frutos, las gavillas.
¿Entonces?  ¿Qué fué lo que desagradó de su ofrenda?
El escritor de la carta a los Hebreos nos dice:

Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella.”   Hebreos 11:4.

Al parecer otra paradoja.
En su propia forma, Caín, intenta abrir el acceso que estaba cerrado y prohibido para el hombre.
Dios ya había mostrado la manera de hacerlo:

"Jehová Dios hizo túnicas de pieles y los vistió."

Hasta ese momento no se habla de muerte de animal alguno. ¿De dónde obtuvo Dios las pieles?  ¿De la peleteria? ¿Del centro comercial?  ¿Quiénes o cuáles animales tuvieron que ser sacrificados, para obtener la piel necesaria para cubrir a Adán y Eva?  No lo dice.  Pero alguno tuvo que serlo.
No vinieron mágicamente.  Debió haber derramamiento de sangre.  Sacrificio.  Desollamiento.

Pero aún no hemos contestado el dilema de las hojas de higuera.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

¿Fetidez o Perfume?

¿Glade?

Llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos,” 2 Corintios 4:10.

Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?” 2Corintios 2:15-16.

“Todo es hermoso en la superficie, pero dentro, abajo, hay oscuridad, calor, terror y hedor.” (El eco del Antihombre Weston a Ransom, en Perelandra, por C.S. Lewis).

¿Qué es lo que tienes para manifestar, olor de vida, olor de Cristo en tí, u olor de muerte, de perdición?
Lo que comes, es lo que exudas. Y para ejemplificarlo, has la prueba comiendo ajo: la gente tenderá a no acercarse a tí. Si has comido y continúas comiendo del árbol del conocimiento del bien y del mal, emitirás olor de muerte, de perdición. Es un principio bíblico fundamental. “Lo que siembras, cosechas.” Emanarás olor a muerte si lo que consumes está muerto. Pero por el otro lado, comer del árbol de la vida, hace que exhales vida, desprendas o despidas olor a Cristo.
Si lo que tienes para ofrecer es un estilo de vida caracterizado por religiosidad, sistematizado, metodizado, basado en tú esfuerzo propio, quizás esté enmascarado por una “embarrada” de Cristo, pero al final, el hedor será insoportable.
Yo solo quiero preguntarte: ¿La última vez que comunicaste el mensaje del evangelio, la gente fue atraída por el olor fragante que emanas, de un estilo de vida cimentado en el reino de Dios, o la gente rechazo la fetidez, el miasma, la podredumbre del estilo de vida religioso que vives? ¿Puedes distinguir un cosa de la otra?

Dos problemas:

Una de las cosas más tristes es el abaratamiento del mensaje, la depreciación que hemos hecho de él, para lograr atraer a los no convertidos, a nuestros “clubcitos,” “reunioncitas,” “desayunitos o cafecitos,” e “iglesitas y templitos,” so pretexto de alcanzarles para Cristo (hacerles miembros, adherentes, cofrades, afiliados, socios,  de nuestras denominaciones, religiones, les llamaría yo). La verdad que lo último en que se piensa, es en ello. Se trata de hacerles engrosar las filas para convertirles en un número más, en un “hermanito” más, en la posibilidad de una ofrenda o diezmo mayor. Y si con ello se consigue que se “salve” un alma, pues ¡Gloria a Dios! Pero el objetivo primario es otro. No nos engañemos.
Me he dado cuenta en el transcurrir de los años, que la mayoría de la gente que se llaman a sí mismos de agnósticos, ateístas, deístas, no es que rechazan a Dios, sino la envoltura (normalmente religiosa) con que los “cristianos,” hemos envuelto a ese Dios. Rechazan las formas no el fondo, la religiosidad tan intrínseca, que expelemos. De lo que ahuyentan es del “glassé” con el que recubrimos, el mensaje del evangelio del reino. El betún estilo “Pasteles mi Alegría, o Pasteles Somosierra.” Y como la línea de distinción para muchos de ellos es muy fina, confunden la tal cubierta con el pan, porque de hecho es casi como uno solo, aunque no sea así. Quieren Dios, exento de formas, sin moldes. Quieren un estilo de vida que refleje el carácter de ese Dios, que no presenta cambios, ni sombra de variación, un Dios que ofrece fundamentos firmes, sólidos, resistentes. En fin, un Dios absoluto y de absolutos. Pero ¿Qué tenemos para ofrecer a los hambrientos: Pan o betún? ¿La sensación aireada que se produce al batir las claras con el azúcar, o lo sustancioso?
El otro problema, tiene que ver con la palabra evangelizar.
¿Qué es lo que la gran mayoría de los cristianos interpretan por la palabra evangelizar?
Y dependiendo de las denominaciones, las respuestas pueden ser muy variadas:

  • “Habrá un desayuno o cafécito de evangelización.”
  • ”Te invito al culto de tal día.”
  • “Vendrá un eminente predicador.”
  • “Ven, para que platiques con el pastor, ministro o líder.”
  • “Ven a la iglesia (al templo).”
  • “Habrá una célula de estudio bíblico.”
  • “Te voy a prestar un cd o dvd de alguna predicación o alabanza.”
  • “Lee éste folleto, panfleto, tríptico.”
  • “Habrá un evento, conferencia en el estadio o en el salón de tal hotel.”

“La misma gata, pero revolcada,” reza el dicho.

La misma agua estancada.
Hedionda, fétida. Sin vida.

Brochazos de algo que pretende ser amistad y comunidad. Pinceladas de pertenencia.
Me encantan los aromatizantes del ambiente para el Wc: “Manzana y canela,” o “Delicia Alpina,” que pretenden encubrir el olor a excremento. Intentos de dulcificación, de paliativos: Pero el aroma a porquería persiste, no desaparece. Se mezcla en una mistura extraña, repugnante. ¡Mmmmmm!
Y luego nos preguntamos: ¿Por qué la gente rechaza a Dios, por qué no quieren asistir?
¡Tontos! Lo que rechazan es la mezcolanza, el popurrí, el revoltijo. Porque allí no hay olor de vida, ni fragancia, efluvios o emanaciones de Cristo. Tan solo el persistente aroma a bosta, mezclado con el cóctel.
Sigue teniendo vigencia aquello que comunicaba a sus discípulos el predicador: “En todo tiempo predica, y si es necesario usar palabras, pues úsalas.
¿Qué ven los no creyentes en tí? ¿Es tu vida un reflejo fiel del caracter de Cristo? ¿Es la realidad: Vive Cristo en Mí?
Triste escuchar, cuando ha acontecido con muchos de mis amigos, cuando intentan compartir el mensaje del evangelio con algún no convertido, la respuesta; ante la interrogante del ¿Por qué no quieren convertirse? -”¿Para qué, para ser como tú, o vivir una vida como la tuya?”- De pena, ajena. ¡Jesús del huerto, Jesús mil veces,! solía decir mi abuela.
Son las emanaciones religiosas, carentes de vida, producto de haber comido del árbol del conocimiento del bien y del mal lo que rechazan los “otros.” Exhalaciones de perdición.
Pero si Cristo, es el fruto de vida que consumimos normalmente, lo que expeleremos, será olor fragante, de vida. La gente vendrá por sí sola, como con aquella mujer que ganó todo su pueblo:

“Y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo.” Evangelio de Juan 4:42.

¡Enfrentémoslo ahora! Delante del trono, será inútil.
¿Cristiandad o cristianismo sin vida, mera religión, religiosidad flagrante?
¿Cuál es la realidad diaria de tu vida?

Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan,” 2 Corintios 2:15.

Y percibió Jehova olor grato;” Genésis 8:21.


¡Cuán hermosos son tus amores, hermana, esposa mía! ¡Cuánto mejores que el vino tus amores, Y el olor de tus ungüentos que todas las especies aromáticas!” Cantares 4:10.

Tiempo Devocional

Tiempo Devocional


Estad quietos y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra.”
Salmos 46:10

Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza. Y no quisisteis.”
Isaías 30:15.

No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.”
Gálatas 2:21.

Consiguientemente, tal como hemos venido definiendo anteriormente la palabra religiosidad, como todo intento de volver a unir, o de volver a juntar, o conectar la relación que con Dios se hallaba rota, entonces, ¿Cómo llamarías tú, a los siguientes experimentos?:

  • a.- ¿Intentar recompensar de alguna manera, lo recibido?
  • b.- ¿Querer retornar por medio de un acto “bueno,” de voluntad, un acto “espiritual,” los favores obtenidos?
  • c.- ¿Esforzarse por agradar a la divinidad, mediante obras, sacrificios, abnegación, oblaciones, ofrendas?
  • ch.- ¿Al hacer un esfuerzo de la voluntad por demostrar nuestro reconocimiento, gratitud o agradecimiento?
  • d.- ¿Al “devolverle,” o desear retornar algo de lo que Él, ha hecho?
  • e.- ¿Al cumplimiento (o intento de “morondanga”) cabal de cumplir con los mandatos?
  • f.- ¿Al ahínco, el tesón, el empeño, el afán, la tenacidad, el desvelo, a la voluntad sobre la base de tu propia conducta?
  • g.- ¿A la determinación de la mente, de la voluntad, de los sentimientos, de las emociones de que por medio de la ley (de guardarla, de cumplirla en cabalidad), podemos caminar con Dios?
  • h.- ¿A la canalización de todo talento y capacidad en afanarse por guardar todo mandato, estatuto, ley, y tilde de los mandamientos?
  • i.- ¿A la serie de “requisitos” necesarios para vivir una vida en comunión con Él, o de permanencia (palabra en la cual existe tremenda confusión, sobre su significado, y la enorme connotación emocional y religiosa de la palabra permanecer = mantener, quedar, estar), que sobreentienden como “algo” que hay que hacer; al listado de condiciones; al repertorio de mandamientos; al inventario de estatutos; a la letanía de métodos y sistemas; a la manía de la gente de agregar ese “algo,” que piensan es necesario, imperioso, apremiante, perentorio, acuciante, urgente, ineludible, urgente, y que nada tiene que ver con el significado real de la palabra en sí, que nada conlleva en sí de actividad alguna?
  • j.- ¿A la disciplina diaria, a la “justicia” propia para encontrar la aceptabilidad de Aquél que ha hecho posible por Sí mismo, la dicha aprobación, admisión, consentimiento, bienvenida, acogida?
  • k.- ¿Al enfatizar lo “bueno,” al hacernos justos en nuestra propia opinión?
  • l.- ¿A toda desfiguración, copia, calca, edulcoración del mensaje centrado en la única obra aceptable del que murió por nuestra culpa (real y no solo moral) y que por tal medio, obtenemos gratuitamente, sin necesidad de pago alguno, de obra alguna, de sacrificio alguno, de intento, esfuerzo, o trabajo alguno para obtener la misericordia y la gracia necesarias para ser aceptos en el Amado?
  • m.- ¿A la base de algo que no es Jesús, que no es el Camino, que no es la Verdad, y por lo tanto, no es Vida, sino mentira y muerte?
  • n.- ¿A los logros intelectuales, la memorización de pasajes bíblicos; el evangelismo y el discipulado; la asistencia a los cultos, y; los tiempos obligatorios de oración y estudio bíblico; al cumplimiento cabal de “Los 7 minutos con Dios,” de una forma mecánica; al “deber” y “tener”, en lugar de querer, desear, anhelar, ansiar, apetecer, ambicionar?
  • ñ.- ¿Al legalismo que mantiene la carne viva y en control, impidiendo toda obra del Espíritu, toda dirección y control de Su parte?

Si tuvieras que definir y resumir en pocas palabras todo lo anteriormente dicho, ¿Qué nombre le darías a éste particular tipo de cuestiones? ¿Podrías acaso, otorgarle el nombre de gracia
 Evidentemente que no.
¿Destacarían los nombres de merecimiento, premio, derecho, mérito, estimación, logro, recompensa, galardón?
Por supuesto que si.

Al cuestionar reciamente a varios amigos acerca de cómo mantener una relación personal con Dios, todos ellos concuerdan, en que se logra por medio de la oración y la lectura de la palabra (la Biblia). Pero al continuar la indagatoria (con la consecuente molestia del no tener argumentos, o no saber defender su punto de vista), acerca de cómo era que los primeros discípulos, las primeras iglesias (o comunidad de creyentes) lograban ésto, teniendo en cuenta que:

  1. Eran hombres sin letras y del vulgo.
  2. Tenían trabajos normales como el tuyo y el mío, que exigía más de 12 hrs. diarias de labores
  3. Las poquísimas (escasas) copias que existían de las Escrituras, casi todas ellas realizadas en papiros o rollos, se conservaban en las sinagogas, lo que dificultaba el acceso de las masas.
  4. ¿Tendrían el tiempo los sacerdotes o ministros de culto para atender a c/u en lo particular, a que asistieran y les leyeran porciones de ellas? ¿y qué si eran cientos de ellos, acaso los sacerdotes o escribas lo hacían singularmente con cada uno de los peticionarios?
  5. El advenimiento de la imprenta (En aprox. el año 1440; y aún en años posteriores, los libros se difundían en copias manuscritas por escritores, muchos de los cuales eran monjes y frailes dedicados exclusivamente al rezo y a la réplica de ejemplares por encargo del propio clero o de reyes y nobles. A pesar de lo que se cree, no todos los monjes copistas, sabían leer y escribir. Realizaban la función de copistas, imitadores de signos que en muchas ocasiones no entendían, lo cual era fundamental para copiar libros prohibidos, de medicina interna o de sexo) , trajo consigo, acceso libre a las Escrituras, en la propia lengua, pero los precios eran altísimos por cada libro publicado, lo cuál hacía muy difícil la adquisición de ellas.
  6. Fue hasta mediados de 1950, todavía se seguían leyendo las Escrituras en latín y estaba prohibido por la Iglesia Católica leer o hacer la propia interpretación de las Escrituras, sin ayuda de un sacerdote.
  7. ¿Qué de los países totalitarios, o con regímenes militares o los antiguos países de la “cortina de hierro,” donde tener una Biblia equivalía a tener droga, o simplemente no tienes acceso a ella?
  8. ¿Y en muchos delos países musulmanes (sobre todo los fundamentalistas), donde la posesión de la Biblia trae consigo ejecución?
  9. Y aunque en su mayoría, las Escrituras han sido traducidas a casi toda lengua y dialecto existente, ¿Qué durante el tiempo en que no se tuvieron? (Porque básicamente las traducciones a la mayoria de dialectos) fueron hechas durante el siglo XX).
Con todo ésto en mente, reitero la pregunta: ¿Qué se necesita hacer para tener o mantener una relación personal con Dios? ¿Cómo hacían los primeros cristianos para lograrlo en base a tú respuesta? Sí tuvieras que medir en base a la respuesta que mis amigos daban, ¿Podrías determinar la clase de relación que una persona podría mantener en lo siglos previos a la imprenta? ¿Era posible de acuerdo con esa premisa con que partimos? ¿Dirías que en realidad “mantenían” esa relación? ¿Podrías sustentar o no, tus afirmaciones, considerando todas estas interrogantes?

Si no, entonces, ¿Qué es tener una relación personal con Dios?

La otra respuesta que recibía, era: mantener un Tiempo Devocional con Dios (o “7 minutos con Dios,” de acuerdo con el famoso folleto), (una ligera variante, pero con un término aún más connotativo). Palabras con una enorme carga de “espiritualidad,” pero que conllevan al mismo punto de partida. ¿Y cómo hacían los integrantes de la primera iglesia, para mantener ese “tiempo devocional,” sin tener acceso directo a las Escrituras? ¿Cómo lo llevaban al cabo? Nada les impedía el orar (hablar directamente con Dios). Pero sin tener acceso directo a la Palabra de Dios, ¿Cómo se comunicaba Dios con ellos? ¿Cómo recibían respuestas? Probablemente argüirás: Por el Espíritu Santo, y ciertamente una de las razones por lo que nos fue dado fue ello:

Más el Consolador, el Espíritu Santo, a quién el Padre enviará en mi nombre, Él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.” Evangelio de Juan 14:26.

Pero cuando venga el Espíritu de verdad, Él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir,” Evangelio de Juan 16:13.

Pero siendo honestos: ¿Es esa la enseñanza de la iglesia en general? ¿La total y completa dependencia del Espíritu Santo? ¿No es acaso, la dependencia del líder, ministro o pastor, por encima de Dios, en aras de guardar la sana doctrina?

¿Acaso métodos y sistemas habrán superado la realidad de lo que verdadera y bíblicamente significa relación personal con Dios? ¿Será posible que la hayan rebasado, sobrepasado? Y tristemente debemos responder, Sí. ¿No será que las formas han traspasado el fondo del asunto? Desafortunadamente de nuevo la respuesta es positiva. Tiene más peso la forma que a alguna persona le funcionó en un momento dado de la historia, y ahora “debe” aplicar a todo creyente que se precie de serlo. Porque si vuelvo a cuestionar: ¿Cómo es que mantienes una relación con Dios? Y eres honesto con la respuesta, te darás cuenta que no hay muchas opciones.
¿Será factible medir el efecto de una respuesta tan a la ligera, mecánica, sistematizada, metodizada, reglamentada y dimensionarlo a lo largo de los siglos, sin que con ello afecte la verdad absoluta, con todas sus implicaciones? ¿Será que existe alguna otra “forma” de tener relación con Dios, que por falta de verlo en el día a día, nos haya cerrado a ésa única manera de llevarse al cabo?

¿Qué tal el ejemplo de Cristo?

Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo, Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseño a sus discípulos.” Evangelio de Lucas 11:1

Tengo importantes cuestionamiento al respecto: Si la oración es la parte más importante de la comunicación con Dios, ¿Por qué entonces Jesús no enfatizó en ello con sus discípulos, con el mismo énfasis que lo hace la iglesia hoy día? ¿Por qué el descuido o negligencia de parte de Jesús, si es una doctrina tan “esencial” (y con ello me refiero a la connotación que se le ha dado a lo largo de la historia)? Y la alusión a que en éste punto de la historia, ¿Él hacía oración, pero al parecer, por lo que se concluye del relato, Jesús, no se había detenido a hacer un “estudio”, “o tener un congreso o seminario”, del asunto en cuestión, ni mucho menos tomado anteriormente el tiempo para tan importante enseñanza? ¿Por qué tuvo que venir una petición de parte de ese discípulo, a una doctrina tan esencial, repito, como es considerada en la iglesia, de ser enseñado a orar? Debemos notar que era algo que Juan hacía y enseñaba como parte de su doctrina o entrenamiento de sus discípulos.
Y que conste claramente, que NO estoy diciendo que la oración no sea importante, o no tenga valor alguno ¿eh? Critico, como Jesús lo hacía ante la forma fariséica, la forma mecanizada, muerta, sin valor, sin sentido, de la oración hecha porque “se debe hacer,” “se tiene que hacer,” o “se debe cumplir con ello.” Sea como requisito de tener comunión con Dios, relación con Dios, o como le quieras llamar.

¿Oras y lees, por qué amas estar con el Señor, o meramente lo haces por disciplina, por sistema, porque te sientes mal si no lo haces, o crees o piensas que no serás bendecido? ¿Anhelas estar ante Su presencia, tomando lo que tiene para ofrecer, como lo hace una rama del tronco, o por qué es la “única” manera de tener comunicación con Él? ¿Apeteces como el salmista, estar ante su presencia, en sus atrios, o lo haces porque es lo correcto? ¿Ansías su compañia y eres sabedor de que la oración es la que te cambia a tí, o porque necesitas recompensar lo recibido? ¿Es conformarte a las reglas o apetencia por la fuente de aguas vivas? ¿Es por pretexto, como criticaba Jesús a a los escribas, o por qué apeteces la compañía del Padre?

Y si no, entonces debemos reconsiderar las implicaciones de ciertos tipos de enseñanza, que tienen un pobre sustento bíblico.

domingo, 10 de agosto de 2014

4.- HUYENDO DEL CRISTIANISMO (MÁS NO DE LA CRISTIANDAD).

3.- EL DESIERTO DE LA ORACIÓN


          El mar de arena abruptamente termina a las faldas de las ardientes cordilleras. No hay ninguna vegetación, sólo paredes de ardiente roca, dura y seca. Los huesos amontonados al pie de la base de la barrera rocosa son testimonio mudo de los peligros de ésta tierra desolada. El viajero fija su mirada, al empezar a caminar, en la estrella en forma de cruz, y se repite a sí mismo: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella. Porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.”
Al oír voces en la distancia, el viajero sigue el sendero que está al pie de la montaña y que le lleva hacia ellas. Pero el sendero abruptamente da vuelta hacia un corte profundo en la montaña. Al entrar por la apertura, escucha como una voz resuena y reverbera con tal intensidad que no se pueden distinguir las palabras. Al internarse más por éste paso en la roca, el viajero se acerca a un enorme arco de hierro forjado, bajo el cual, un hombre habla a un grupo formado de hombres y mujeres. “Éste es el camino, créanme”, les ruega el hombre cuyas palabras ahora son claras. “La puerta angosta que está a mi izquierda, está tan oxidada que difícilmente se abrirá. “¿Quién, qué esté en sus cinco sentidos, querrá ir por ese sendero empinado, cuándo éste, bien pavimentado y transitado camino, está abierto y disponible? Pasen por ésta puerta y habrán salido de este desierto antes que se acabe el día. Buen alimento y una cómoda cama les espera al otro lado. Se han organizado reuniones de oración en las áreas de descanso, cada hora, a lo largo del camino.”
Sin dudar ni un momento, el viajero pasa por debajo del arco y procede por el camino. Otros se le unen. La ruta por la que ahora camina es plana y agradable, en contraste con la arena azul por la cual acaba de pasar con tanto trabajo. Un letrero repite la información de que hay áreas de descanso cada hora, las cuales constan de reuniones de oración y un ligero refrigerio. En la primera área de descanso, platica con una agradable anfitriona. “He caminado por mucho tiempo, por favor dime a dónde me lleva éste sendero...” Ella sonríe y contesta, “Llegarás a una hermosa casa, donde se te cuidará bien. Tu viaje habrá terminado para el atardecer.”
El viajero continúa caminando, sintiéndose cada vez más perplejo. Al empezar a caer la tarde y después de un viaje a través de rocas y árboles, se encuentra en la parte alta de una colina, contemplando una ciudad.
Bienvenido”, exclama un hombre que se encuentra parado debajo de un arco de hierro forjado, idéntico al arco por debajo del cual pasó anteriormente.
Gracias, contesta el viajero, “Pero, ¿En dónde estoy?”
¡Pues, en Ciudad Cristiana!”
Sin decir palabra, el viajero da media vuelta y regresa corriendo por el mismo camino por donde vino. Una vez que ha dejado a Ciudad Cristiana atrás, camina más despacio pero no se detiene sino hasta que llega al otro arco, al final del sendero falso. “Sólo deseo una cosa”, exclama, “antes de descansar – encontrar la puerta angosta y entrar por ella. ¿Cómo pude haber sido tan ciego? ¡Desde luego que la puerta ancha estaba disfrazada por enredaderas y hierbas!”
El amanecer lo encuentra en un sendero angosto que serpentea entre las rojas rocas. Se escucha un murmullo como el que hace el viento al pasar entre los árboles, pero aquí no hay ni árboles ni viento. El murmullo aumenta de volumen y finalmente se distingue como una salmodia de muchas voces. Ahora el viajero empieza a darse cuenta que adelante, por el sendero, va alguna gente. Ha venido a formar parte de una procesión de gente que se mueve hacia la Ciudad de Dios. Mientras caminan, van hablando con alguien invisible. Algunos van llorando. Otros están extáticos. Otros mencionan los nombres de algunas personas y piden cosas buenas para ellos. Algunos piden ayuda de sus vecinos que van al frente o atrás de ellos, pero el enfoque principal de todos ellos está en ese Alguien Invisible.
El acompañante misterioso del viajero regresa ahora y le dice: “Aquí en el Desierto de la Oración, el contraste con Ciudad Cristiana es extremo. Allá, es cierto que tienen reuniones de oración y la gente ora antes de acostarse. Cuando la vida se torna difícil, sus oraciones se intensifican hasta que la crisis pasa. Pero en el Desierto de la Oración, la oración viene a ser un estilo de vida la fuente de toda la existencia de uno. El tiempo ha llegado para que te pierdas en la vida de oración. Medita en éstos pasajes del evangelio de Lucas”, agrega ella, dándole una hoja de papel en la cual está escrito: “Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió, y descendió el Espíritu Santo sobre Él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tu eres mi Hijo amado; en Ti tengo complacencia.”
Pero su fama se extendía más y más; y se reunía mucha gente para oírle, y para que les sanase de sus enfermedades. Más El se apartaba a lugares desiertos y oraba.”
En aquellos días Él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. Y cuando era de día, llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles.”
Y aconteció como ocho días después de estas palabras, que tomó a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar. Y entretanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente.”
Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.”
Y saliendo, se fue, como solía, al monte de los Olivos; y sus discípulos también le siguieron. Cuando llegó a aquel lugar, les dijo: Orad para que no entréis en tentación. Y Él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró.”
Y cuando legaron al lugar llamado de la calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la y otro a la izquierda. Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.”
Una vida de oración es algo que hacemos solos, sin embargo, nos lleva a estar en comunión con Dios y con los hombres como ninguna otra cosa lo puede hacer”, su acompañante le comenta cuando acaba de leer. “oración es ir a Dios, a la puerta del Padre y pedirle pan para poder dárselo al hermano necesitado. Cuando tocas y continúas tocando, la puerta siempre se abre. ¡Siempre! De esa comunión con Dios surge algo que puedes compartir con otros. Y al compartir lo que Dios te ha dado, tienes comunión con ellos. Una persona puede disfrutar de ésta comunión, aunque sea algo torpe, pues la vida de oración liberta del temor de lo que la otra gente piensa y del miedo a los propios errores.”
Pero, ¿Son realmente necesarias para aprender a orar éstas montañas espectrales, éstos riscos, éste continuo peligro?”, pregunta el viajero.
Bueno, en el pasado tú clamabas a Dios en tus emergencias ocasionales. Aquí estás aprendiendo a ver la vida como una continua crisis, que te lleva a buscar a Dios de día y de noche. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a Él día y noche? Entre más clara sea nuestra visión de lo que sucede en el mundo – que tan a la orilla del caos las naciones se encuentran, entre más entendamos que la única forma de conocer la vida es acercarnos a Dios el Padre en oración, más clamaremos a Él, noche y día. Oramos sin cesar porque la crisis de la vida en esta tierra nunca se acaba.”
Pero, ¿Por qué tiene que ser tan difícil? Me parece que hasta aquí, escalar éstas montañas es la parte más ardua de éste viaje.”
Porque la oración es nuestro principal trabajo. Se necesita pensar, concentrarse, una voluntad activa y lo mejor de la fuerza de uno para santificar el nombre de Dios, la venida del Reino de Dios, para orar por los obreros de la mies, o para orar por alguna persona en particular y sus necesidades específicas. Escasamente has empezado a descubrir las maravillosas cosas que están por suceder en respuesta a tus oraciones, si es que no dejas de hacerlo.”
Esto es bien difícil. Continuar cuando me encuentro tan cansado.”
Eso es porque tus oraciones están entrando en una verdadera batalla. La oración es el campo donde vencemos el mal con el bien. En estas montañas aprenderás a orar por tus enemigos. El vencer el mal con el bien comienza al pedir que algo bueno venga a aquellos que nos han hecho daño.”
El angosto sendero lleva a un mirador donde el viajero y su acompañante comparten una comida. Después caminan hasta la orilla del mirador, donde ella señala hacia la tortuosa senda que desciende por las montañas que van disminuyendo en tamaño, hasta llegar a un punto en el horizonte donde llegan a su fin.
¿Ves? Allá empieza La Siega”, la acompañante del viajero le dice, mientras señala hacia una vista más allá donde se encuentran. “Recuerda las palabras que dijo Jesús: “¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra se goce juntamente con el que siega. Porque en esto es verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el que siega. Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis, otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores.”
El viajero mira hacia la distancia mientras que su acompañante continúa explicando. “Recuerda que en ciudad Cristiana hay una calle ancha llamada el Boulevard de los Misioneros, bordeada con espaciosos y bien cuidados edificios y adornada con fuentes, prados y lindos arbustos. Esos edificios dan albergue a todas las empresas misioneras conocidas en el mundo cristiano. Allí están los cuarteles generales para la extensión literaria, oficinas editoriales para sofisticadas revistas misioneras y pequeñas oficinas que proveen servicios de cartas para oración, para obreros menos conocidos. Hay estudios que producen teletones literarios a nivel mundial y cintas de videos para peticiones misioneras. Hay instituciones que ofrecen cursos de actualización para los misioneros que están de vacaciones y un servicio de itinerarios computarizado para aquellos misioneros que necesitan ampliar su base financiera. Hay centros de reclutamiento, centros de albergue para misioneros jubilados y una floreciente compañía de discos. Pero, últimamente al Boulevard de los Misioneros ha entrado un gran pánico por unas perturbantes noticias. Se ha oído que un gran grupo de misioneros ha cometido la imperdonable violación a la etiqueta misionera: en lugar de tomar como campo misionero los territorios aprobados en el mundo conocido, los misioneros se han lanzado al desierto, hacia la Ciudad de Dios.”

¿Pero, qué clase de campo misionero es éste desierto?”, pregunta el viajero. “¿Qué almas van a salvar en el Desierto del Perdón, además de la suya propia? Y, todos los que se encuentran en el Desierto de la Adoración, ya han sido avivados por la gloria de Dios. En el Desierto de la Oración existe una maravillosa comunión con los otros viajeros, y yo estoy aprendiendo a interceder, pero hay algunas almas perdidas…”

1.- HUYENDO DEL CRISTIANISMO (MÁS NO DE LA CRISTIANDAD).

EL VIAJE
(Por Robert E. Burnell)

          En mi sueño, veo como un viajero solitario avanza por el camino. Al ponerse el sol tras las colinas, se distingue una ciudad. Al acercarse, el viajero ve lo que parece ser un grupo grande de iglesias. Las cúpulas y cruces se destacan contra el horizonte. Su paso se acelera. ¿Será éste su destino? Pasa un imponente edificio con un anuncio de neón que anuncia parpadeando: “Catedral del Futuro.” Más adelante, un estadio iluminado con reflectores ostenta una cartelera que se jacta de que allí la gente se amontona tres veces a la semana, con reuniones evangélicas. Más allá, modestas capillas neo-testamentarias y sinagogas hebreo-cristianas se agrupan a lo largo de la calle.
- “¿Es aquí la Ciudad de Dios?”, escucho al viajero preguntarle a una mujer que está en el kiosco de información en la plaza central.
-“No, aquí es Ciudad Cristiana”, le contesta.
-“¡Pero yo pensé que éste camino llevaba a la Ciudad de Dios!”, exclama con gran desencanto.
-“Eso es lo que todos pensábamos cuando llegamos”, le contesta en tono simpatizante.
-“Este camino continua subiendo por la montaña, ¿verdad?”, pregunta.
-“Realmente no sabría decirlo”, le contesta con la mirada vacía.
Veo como el hombre se da la vuelta y continúa subiendo con dificultad en medio de la obscuridad que se avecina. Al llegar a la cima, continúa hacia la obscuridad; parece que no hay nada, absolutamente nada. Se estremece ligeramente y regresa a Ciudad Cristiana, donde se hospeda en un hotel.
Al amanecer se levanta y aunque curiosamente no se siente descansado, nuevamente emprende el camino por la montaña. Al aumentar la luz del sol, descubre que lo que pensó la noche anterior que era un vacío, de hecho es un desierto – arena ondulante, seca y caliente a lo largo de todo lo que sus ojos alcanzan a ver. El camino se convierte en un sendero angosto que trepa por una duna y desaparece. “¿Podrá éste sendero llevarme a la Ciudad de Dios?”, se pregunta en voz alta. “Se ve bastante solitario y parece rara vez transitado.”
Sus pasos se tornan más lentos por la indecisión. Regresa a Ciudad Cristiana y se dirige a un restaurante para comer. Por encima de la música de un disco evangélico, le pregunta al hombre que está en la mesa de al lado, “Ese sendero que sube por la montaña, donde empieza el desierto, ¿me llevará a la Ciudad de Dios?”
- “No seas tonto”, le contesta rápidamente. “¡Todos los que se han ido por ese camino se han perdido, se los traga el desierto! Si buscas a Dios, hay bastantes buenas iglesias en ésta ciudad. Debes escoger una y quedarte aquí.”
Al salir del restaurante, sintiéndose cansado y confundido, busca un lugar debajo de un árbol y se sienta. Se le acerca un anciano, quien empieza a rogarle en tonos urgentes. “Sí te quedas aquí, en Ciudad Cristiana, te secarás. Debes tomar el sendero. Yo pertenezco al desierto que viste ésta mañana. Fui enviado para animarte a que continúes. Recorrerás muchos kilómetros, tendrás sed y calor, pero los ángeles caminarán contigo y hallarás manantiales de agua a lo largo del camino. Y, ¡al final del viaje, llegarás a la Ciudad de Dios! ¡Nunca has visto tal belleza! ¡Al llegar, las puertas serán abiertas para ti, pues se te está esperando!”
-“Lo que dices suena maravilloso”, contesta el viajero, “Pero me temo que nunca podré sobrevivir ese desierto. Quizá sea mejor que me quede aquí en Ciudad Cristiana.”
El anciano sonríe. Ciudad Cristiana es el lugar para aquellos que quieren religión sin perder su vida. El desierto es el territorio de aquéllos cuyo corazón tiene tanta sed de Dios, que están dispuestos a perderse en Él. Amigo, cuando Pedro sacó su bote a tierra, abandonando todo para seguir a Jesús, estaba siendo tragado por el desierto. Cuando Mateo dejó de cobrar impuestos y Pablo renunció a su fariseísmo, ellos también estaban abandonando una ciudad parecida a ésta, para correr sobre las dunas, tras Jesús, y así perderse en Dios. Por lo tanto, no tengas miedo. ¡Muchos han ido antes que tú!”
En seguida, me doy cuenta que el viajero quita su vista de los ojos quemantes ojos del anciano y voltea hacia el ruido de Ciudad Cristiana. Observa a la gente ocupada, corriendo de aquí para allá, con sus Biblias y portafolios brillantes, viéndose como hombres y mujeres que conocen su destino. Pero es obvio que les falta algo, ese algo que el anciano con ojos de profeta, posee.
En mi sueño, me imagino que el viajero va dándole vueltas al asunto en su mente. “Sí me voy allá, ¿Cómo podré estar seguro que realmente me perderé en Dios? En la Edad Media, algunos cristianos trataron de perderse en Dios, dejando el mundo atrás, entrando a un monasterio. ¡Cuánta se decepcionaron algunos de ellos, al encontrar que el mundo estaba allí también! Y, ¿Qué tal sí la gente que se está preparando aquí en Ciudad Cristiana, para irse a la jungla o a algún barrio descuidado, está más cerca de perderse en Dios? Pero claro, entiendo que una persona podría viajar hasta el fin del mundo y nunca perderse.”
El viajero voltea para ver al anciano nuevamente, quien ha empezado a caminar por el angosto sendero que lleva hacia el desierto. De repente, una decisión moviliza sus pies y dando un salto, el viajero corre tras de él. Cuando lo alcanza, no se dicen nada. El anciano da una vuelta abrupta hacia la derecha y lo guía hacia otra pendiente más escarpada, que sube hacia un pico envuelto en una luminosa nube. La escalada se hace muy difícil. El viajero parece marearse y empieza a tambalearse. Su guía se detiene y le ofrece un trago del frasco que lleva sobre su hombro. Jadeante, bebe a grandes sorbos. “Ningún agua me ha sabido tan dulce como ésta”, exclama con gran sentimiento. “Gracias.”
El anciano señalando a lo lejos a un panorama no tan monótono ni tan desolado como antes parecía, le dice, “Mira allá.” El desierto se ha tornado en muchos colores de diferentes tonos. A lo lejos, una luz brillante parpadea y se mueve sobre el horizonte, como algo viviente. “¡Allá está la Ciudad de Dios! Pero antes de llegar, tendrás que haber pasado por esos cuatro desiertos que ves. Inmediatamente debajo de nosotros está el Desierto del Perdón. El viajero distingue pequeñas figuras difusas que avanzan despacio hacia la ciudad, separadas unas de otras por varios kilómetros.
¿Cómo pueden sobrevivir la soledad?”, pregunta el viajero. “¿No sería mejor que viajaran juntos?”
Bueno, realmente no van solos. Cada uno va acompañado por el perdón de Dios. Están siendo tragados por el desierto de la vasta misericordia de Dios. Mientras ellos viajan, el Espíritu Santo les va diciendo, "He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo." Ellos están siendo sanados al ir caminando.”
Un poco más adelante se divisa una expansión azul. “¿Es un mar?”, pregunta el viajero.
Parece agua, pero es una mar de arena. Ese es el Desierto de la Adoración. Mira a través de éstos anteojos y verás que allí también hay gente caminando. Fíjate como en ese lugar empiezan a agruparse las personas. Están percibiendo la primera muestra del gozo de la Ciudad – la Adoración. Están descubriendo que fueron creados para la adoración de Dios y, eso, se está convirtiendo en su estilo de vida – la fuente candente de todo lo que hacen.”
¿Qué acaso en Ciudad Cristiana al gente no adora?” ¿Qué tiene de especial éste desierto?”
La adoración, es decir la verdadera adoración, sólo puede darse cuando una vida se ha abandonado completamente al desierto de la presencia de Dios. Es entonces cuando el corazón empieza a adorar al Padre, en espíritu y en verdad.”
Más allá de la expansión azul, donde el desierto se eleva entre rojas y ardientes montañas”, el anciano, explica al viajero, “se encuentra el Desierto de la Oración.
Al pasar por éste desierto, los viajeros encuentran que es necesario olvidarse de toda distracción y concentrarse en la oración. Muy pronto se dan cuenta que no hay otra forma de sobrevivir, sino clamando a Dios continuamente. Para cuando llegan al extremo final de ese desierto, la oración, ha llegado a ser su gozo supremo y una pasión que los consume. “A primera vista, parece ser que la Ciudad de Dios esta al otro lado del Desierto de la Oración. Pero hay un desierto más, escondido por esas montañas, el cual debes pasar antes de llegar a tu destino. Se le llama simplemente La Siega... Cuando llegues allí, tú lo sabrás. Y más allá de La Siega, está la Ciudad misma. ¡Tú nombre es conocido allí! ¡Tu llegada es esperada con ansiedad! Ven empecemos nuestro viaje.”
No me parece que el anochecer sea el tiempo más propicio para empezar un viaje como éste”, comenta el viajero.
No regreses a Ciudad Cristiana”, le exhorta el anciano, contemplándole seriamente.
¿Ni aunque sea tan tarde? Así podré tener un buen descanso esta noche y salir a primera hora mañana”, agrega el viajero con esperanza.

Tú descanso se encuentra allá”, le insta. “Camina ahora mismo hacia el desierto. El Espíritu Santo te ayudará. No temas perderte en Dios. En ningún otro lugar podrás encontrar tu vida.”

3.- HUYENDO DEL CRISTIANISMO (MÁS NO DE LA CRISTIANDAD).

2.- EL DESIERTO DE LA ADORACIÓN


          “¡Agua!” “¿Quién hubiera pensado que en medio del desierto habría un mar?” El viajero está diciéndose esto, cuando lo veo nuevamente en mi sueño. De lo alto de una inmensa duna, mira hacia abajo a la expansión azul que se extiende hasta el horizonte. “Pero no, no es agua”, recuerda. “El anciano señaló esto al principio del segundo desierto.” Al ir descendiendo hacia la parte baja de la colina, el extraño mar de arena no parece tan plano como se veía desde arriba. Hay ondas azules que se extienden a la distancia como si fueran un océano congelado. “¡Quizá haya una relación entre ésto y “el mar de cristal delante del trono de Dios!” Quizá las ondas se nivelarán conforme me aproxime a la Ciudad de Dios.”
De repente, una persona de hermosura no terrestre se encuentra parada cerca del viajero. “Saludos”, la criatura le dice. “Éste tramo es bastante largo. Muchos han perecido al tratar de cruzarlo a pie. Yo te ofrezco una mejor forma.”
Si, yo tengo el poder para cruzar éste desierto en medio segundo. Y sí tú me permites, te puedo llevar conmigo. Te puedo llevar sano y salvo al otro lado inmediatamente.”
¿Y qué debo hacer?”
Todo lo que yo requiero es un acto nominal. Si sencillamente te arrodillas y me rindes honor, te llevaré al otro lado de éste desierto con la rapidez de la luz…”
Pero, “¿eso sería adorarte?, ¿no?”
¿Por qué te parece eso extraño? La gente lo hace todos los días. Tú mismo lo hacías antes de que vinieras a éste desierto. Los habitantes de Ciudad Cristiana me adoran con frecuencia. Algunos adoran el dinero – le sirven como esclavos. Nada más de pensar en él, sus ojos se iluminan. Pero el amor al dinero es sólo un símbolo de mi realidad.”
¿Y qué tal el romance? ¿Qué podrá ser más hermoso e inocente que estar enamorado? Pero cuando el estar enamorado viene a ser la meta y domina completamente la mente, se torna en idolatría. Y yo soy, nada menos, el que está detrás de ese ídolo, dice triunfalmente. Pero la adoración que personalmente me satisface más, es la que recibo de hombres y mujeres que están persiguiendo el éxito religioso.
¡Basta!”, el viajero pone un alto a su jactancia. “Sí para obtener un viaje rápido al otro lado del desierto tengo que adorarte, con mucho gusto caminaré, aunque me tome toda la eternidad.”
Al oír esto, la criatura encantadora desaparece derrotada.
Pronto escucho al viajero hablando consigo mismo, otra vez. “Es posible que en Ciudad Cristiana se pueda hacer como que se tiene fe en Dios, mientras que la adoración de uno, lo que tiene la mente obsesionada día y noche, es realmente idolatría. Ahora que he salido de allí, podré sobrevivir solamente sí me pierdo en la adoración de Dios. Él ha dicho: “He aquí yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto y ríos en la soledad. Las fieras del campo me honrarán, los chacales y los pollos del avestruz; porque daré aguas en el desierto, ríos en la soledad, para que beba mi pueblo, mi escogido, este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicará.”
¿Será qué tal adoración sólo puede darse en éste desierto, con su sequedad y calor martillante, con su luz que insensibiliza y su misterioso silencio?”
Estas reflexiones son interrumpidas por un repentino crescendo de una música indescriptible, un cantar de belleza no terrenal. Las voces parecen estar por doquier. De la parte alta de una onda azul, el viajero observa a siete personas que están paradas en una hondonada, con sus manos levantadas hacia el cielo, entonando alabanzas a Dios. En medio de ésta música, su acompañante regresa. Lleno de gozo, el viajero le dice: “¿Te das cuenta como los siete adoradores realmente están rodeados por una multitud de seres magníficos, cuyas voces se mezclan con las suyas? Yo siento que aunque todavía estoy aquí en el desierto, en alguna forma, ya he llegado a las afueras de la Ciudad de Dios.”
Os habéis acercado al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel…así que recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia, porque nuestro Dios es fuego consumidor.”
Después de un tiempo, el canto cesa. Todo se queda en quietud. No se ve a nadie sino a los siete adoradores, quienes ofrecen al viajero la paz de Dios. Desfilan sobre una duna, dejándolo solo con su acompañante, quien lo lleva a un arroyo saltador y le provee alimento.
¡Así qué éste es el Desierto de la Adoración!”, exclama el viajero, todavía sorprendido por su experiencia.
Si. Aquí los cristianos aprenden a adorar a Dios Padre en espíritu y verdad. Podrás llamarlo el pórtico de afuera de la Ciudad de Dios; pues como tú has visto, los habitantes de esa Ciudad, están alrededor tuyo. Allá en el Desierto del Perdón empezaste a experimentar el poder de la sangre de Jesús limpiando lo más íntimo de tu corazón. Aquí en el Desierto de la Adoración recibes el Espíritu Santo. Dios te bautiza con poder de lo alto para que le adores a Él, con una adoración, que en el desierto que sigue, tomará la forma de obras. Joel capítulo 2 nos dice: “Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.”
Nunca había experimentado una adoración como ésta. Pero, ¿Perdurará?, pregunta el viajero. ¿Podré continuar alabando con la misma gracia al Dios viviente, en el desierto que me falta por cruzar?”
En ti se están dando cambios que, sí tú lo permites, permanecerán para siempre. Tú corazón está siendo abierto por el derramamiento del Espíritu Santo. Tú boca está siendo abierta para que hables lo que Dios te de – “Tus hijos y tus hijas profetizarán.” Y tus ojos están siendo abiertos para que veas visiones y sueñes sueños. Estás recibiendo ojos que puedan ver a Dios.”
Pero, ¿Qué todo esto no sucede también en Ciudad Cristiana? Me han platicado que éste tipo de cosas suceden todos los domingos en la reunión de la Iglesia Apostólica del Futuro.”
La diferencia, hermano, está en que aquí no solamente pruebas la adoración o te salpicas con la adoración. Aquí en el desierto, te pierdes en la adoración de Dios de tal forma, que toda tu alabanza y gratitud es sólo para Él. Todo lo que haces es hecho para Él.”
Pero, ¿Qué no habrá peligro de volverse uno fanático?”
Los fanáticos adoran principios, ideas, personalidades humanas, aún demonios, pero nunca a Dios. La adoración a Dios, que consume al individuo, es la puerta, no al fanatismo, sino a una libertad tal como nunca la has conocido. Cuando te pierdas en la adoración a Dios, ya no adorarás tales cosas como el dinero, el romance, o el éxito. Habrás encontrado el verdadero objeto de la adoración; conforme le adores a Él, te sentirás realizado.”

Al decir éstas palabras, su acompañante se retira. Una vez más, el viajero se encuentra solo, sobre un mar azul de arena, perdido en la adoración de Dios.  

6.- HUYENDO DEL CRISTIANISMO (MÁS NO DE LA CRISTIANDAD).

5.- LA VISIÓN


          Cuando en mi sueño vuelvo a ver al viajero, éste ha empezado a quejarse. “¿Cuánto va a durar esto? Yo hubiera pensado que para ahora ya se habría terminado todo el trabajo y podríamos continuar. Lo siento mucho, pero estoy cansado. Me voy junto aquella peña para descansar un par de días.”
Más tarde, otro viajero pasa junto a la peña y lo encuentra casi muerto. Corriendo al manantial, llena dos frascos, regresa y vacía el precioso líquido en su garganta.
Tómatela, hermano, tómatela.”
¡Gracias, gracias! Por poco y me muero, dice el primer viajero entre sorbos. “Pero, ¿Cómo llegué a tal estado? ¿Qué falló?”
Su misterioso acompañante se le une otra vez. “Hermano”, le dice, “perdiste tú fuerza porque perdiste tú visión. La Ciudad de Dios que yace allá, es tú destino. Es tú hogar, la habitación de nuestro Dios. Mientras estés trabajando, asegúrate de tomar tiempo diariamente, cada hora, para detenerte y mirar a la Ciudad de Dios. Sí dejas de levantar tú vista durante tus labores para ver la Ciudad de Dios, dejas de tomar tiempo para escuchar Su música, dejas de respirar la atmósfera que esparce, o de beber del manantial que fluye por debajo de sus puertas, quedarás exhausto. Debes recordar que el poder que te sostiene, emana de la Ciudad.”
El viajero reanuda su trabajo en La Siega, con nuevo vigor. Pero al caer la tarde, vencido por el cansancio, se dirige al manantial. Una mujer que se ve bastante vieja se va acercando; sin embargo, no parece estar cansada en lo más mínimo.
¿Cuál es tú secreto?, le pregunta el viajero. “Te ves tan joven y vigorosa, mientras que a mí ya no me quedan fuerzas.”
Yo he aprendido de Daniel”, le contesta. “Daniel debe haber sido un hombre sumamente ocupado; sin embargo, en medio de las presiones diarias que lo apremiaban, él continuó regresando a su cámara cuyas ventanas daban hacia el oeste. Allí, viendo hacia Jerusalén, a cientos de kilómetros de distancia, él oraba y daba gracias a Dios. Y aunque significara el foso de los leones, Daniel rehusó dejar de elevar sus oraciones. Él mantuvo su visión viva, enfocado siempre en la Ciudad de Dios. Y eso, es lo que yo hago. Entre más tengo que luchar con problemas aquí en La Siega, entre el tiempo más me presiona, más firmemente fijo mis ojos en la Ciudad de Dios. Me aseguro de estar levantando la vista con frecuencia. Cada vez que como pan y tomo vino, lo hago con anticipación así como en recuerdo. Sabes, ese es el alimento en la Ciudad. Eso mantiene mis ojos y mi corazón allí.”
Cuando el viajero se alejó de la vieja mujer, parecía estar conscientemente tratando de mantener delante de él la visión. En voz baja estaba cantando las palabras de Apocalipsis, que dice: “Y vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: ¡He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y Él morará con ellos; y ellos serán Su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como Su Dios! ¡Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas pasaron!”

Cuando veo al viajero por última vez, su acompañante misteriosa había regresado para darle una advertencia final: Mantente viendo a la ciudad y recuerda Quién te espera allí. Él ha preparado un lugar para ti y pronto regresará por ti. Mientras tanto, mira a la Ciudad. El renovará tus fuerzas para que levantes alas como de águilas, corras y no te canses, camines y no te fatigues.”